En 2018, la Organización Mundial de la Salud (OMS) llamó a “poner fin al cáncer cérvicouterino”. Según cifras de la organización, más de 72 mil mujeres fueron diagnosticadas con cáncer cérvicouterino ese año en la región de las Américas y casi 34 mil fallecieron. El cáncer -catalogado como “una de las amenazas más graves para la vida de las mujeres”-, es causado por la infección del virus del papiloma humano (VPH o HPV en inglés), un virus de transmisión sexual. Si bien es un cáncer casi totalmente prevenible, el mayor problema actual es la desigualdad que existe para acceder al tamizaje, es decir al método de búsqueda de posibles rastros de la enfermedad. De hecho, su tasa de mortalidad es tres veces más alta en América Latina y el Caribe que en Norteamérica.
“El cáncer cervicouterino es inadmisible en el siglo veintiuno: no tiene razón de ser. Se asemeja a enfermedades antiguas como el cólera -asegura Silvina Arrossi, investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y del Centro de Estudios de Estado y Sociedad (CEDES)-. Es el cáncer de la pobreza, de mujeres socialmente vulnerables, porque es el único que se puede prevenir de manera completa, incluso antes de que sea cáncer”.
Arrossi y su equipo acaban de publicar un paper en la revista The Lancet Global Health con los resultados de un proyecto demostración implementado en la población de mujeres de la provincia de Jujuy entre los años 2012 y 2014, que arroja resultados que reafirman la necesidad de que el test de VPH sea implementado a nivel nacional. De hecho, en base a los resultados preliminares de este proyecto que fueron publicados por el International Journal of Cancer en 2015, el Programa Nacional de Prevención del Cáncer Cervicouterino (PNPCC), dependiente del Instituto Nacional del Cáncer, extendió el test de VPH como política de salud pública a cinco provincias y hoy son ocho las que lo implementan en el sistema público de salud.
“El test de VPH es una tecnología superadora basada en la detección molecular del virus, que es el principal factor causal del cáncer cérvicouterino. La OMS lo incorporó a sus recomendaciones en el año 2005 en el marco de proyectos demostración, pero cuando nosotros empezamos aún había muy pocos ejemplos de investigación y de proyectos que lo hubiesen aplicado a nivel poblacional y programático para entender cómo debía funcionar un sistema de salud basado en ese test. Eso es lo que hicimos en Jujuy. El caso argentino fue un modelo para el mundo”, explica Arrossi.
La población de mujeres escogida fue la de Jujuy por ser en ese momento una de las provincias con mayor mortalidad por cáncer cérvicouterino del país. El planteo fue el siguiente: si allí funcionaba la implementación del test, ello serviría para vislumbrar la posibilidad de introducir el test de VPH a gran escala. “Lo que hicimos fue introducirlo de manera programática, como política pública, de manera tal que pudiéramos evaluarlo y al mismo tiempo desarrollar todos los componentes para que sea efectivo”. Entre esos componentes, estuvieron desarrollar los materiales de comunicación, capacitar a los proveedores de salud, e instalar un laboratorio que centralizara el procesamiento de los tests y la lectura de las citologías e histologías. El laboratorio se instaló en el Hospital Pablo Soria de San Salvador de Jujuy.
El proyecto se llevó adelante entre 2012 y 2014, por resolución ministerial, y arrojó resultados promisorios. “Los resultados del primer año mostraron el mismo nivel de detección y efectividad que los estudios que se habían realizado a nivel internacional. Tomando esos resultados como base, el año 2015 Instituto Nacional del Cáncer decidió ampliar el test de detección de VPH a todo el país, de manera escalonada”. Primero se incorporó en las provincias de Misiones, Catamarca, Tucumán, y Neuquén, posteriormente en jurisdicciones de la provincia de Buenos Aires, como La Matanza, Ituzaingó y Florencio Varela. En 2018 se incorporó el Test de VPH en el sistema público de Chaco y Corrientes, y cuatro municipios más de la provincia de Buenos Aires.
Fuente: Conicet.