El programa consiste en una franja horaria de por lo menos una hora, dos veces a la semana, en la que los locales comerciales bajarán la intensidad de las luces y ruidos, sin pasar música o mensajes por altoparlantes; y brindarán atención prioritaria a las personas con discapacidad.

Tiene como objetivo generar espacios inclusivos para que toda persona con TEA o con alguna discapacidad que implique poca tolerancia a esos estímulos, puedan sentirse más a gusto y tener una mejor experiencia de compra junto a sus familias.
La diputada Andrea Charole fundamentó la iniciativa en el recinto y explicó que apunta a aliviar el estrés de las personas generado por la sobrecarga sensorial que hay en esos locales, ayudando a “incluir en la vida cotidiana a las personas con discapacidad, cuidando su salud y mejorando su calidad de vida”.