Los principales fundamentos de la iniciativa radican en considerar al lenguaje como una realidad en la que se reflejan relaciones sociales, que pueden ser de desigualdad, discriminación, invisibilización. La utilización de distintos lenguajes, incluido, el verbal, da cuenta de relaciones de poder naturalizadas y que contribuyen a sostener situaciones de injusticia e inequidad.
La de construcción de las estructuras patriarcales en nuestras relaciones supone cuestionar la utilización del masculino como inclusos de otro/s género/s en su forma singular o plural, por ejemplo. La norma establece como derecho la utilización de lenguaje inclusivo, no como obligación. Por ello se tendrá en cuenta en las instancias de evaluación la opción del o la estudiante o del o la docente que decidan redactar sus textos haciendo uso de esta alternativa. Quienes no deseen utilizarlo, no están obligados a hacerlo.
El decano de la Facultad de Humanidades, Aldo Lineras, mostró su beneplácito y aseguró que «se trata una iniciativa para dar derechos lingüísticos, esto no se trata de imponer una forma de expresarse de manera oral o escrita, sino que en trabajos prácticos, parciales o en la producción académica se pueda utilizar aquellos que quieran, el lenguaje inclusivo». La elaboración de la resolución por escrito, la circulación, la comunicación a los profesores y la puesta en funcionamiento del proyecto, tardará aproximadamente quince días en la facultad. «Yo creo que se va a hacer efectivo en el primer cuatrimestre del año que viene, cuando podamos explicar completamente a toda la comunidad en qué consiste el proyecto y cuáles son las posibilidades para trabajar», indicó Lineras.
Con respecto a las diferentes opiniones encontradas y a la discusión que se da en la sociedad acerca de utilización del lenguaje inclusivo, Lineras explicó que «desde 1999 la Unesco promueve el uso de un lenguaje no sexista, no tiene que ver con una construcción política. El lenguaje es algo cultural y acarrea ideología, a veces se muestra y a veces se oculta».
Fuente: La Voz del Chaco