Abdullah Muhammed y su hija de cuatro años son los protagonistas en este caso.

La única diferencia con la galardonada obra de Roberto Benigni (La Vida es Bella) es que esto es real: suena un estruendo en Saraqib y la pequeña de tres años, Salwa, estalla en una carcajada. Junto con su padre, Abdullah, han inventado un juego para evadirse de “un nuevo nivel horripilante” de la guerra, en palabras del delegado de la ONU para Asuntos Humanitarios.
“Los niños están pasando por un trauma psicológico debido a los bombardeos constantes. Busqué una forma de hacer de estos bombardeos una razón para la felicidad”, explica el padre, de 32 años, al medio The Independent. “Dije a los niños que el sonido de los bombardeos procede de pistolas de juguete. Y no es algo aterrador, sino divertido. Ella cree que los bombardeos son de pistolas de juguete”.
Esta ha sido la única forma de burlar la realidad para estos pequeños supervivientes de la salvaje guerra de Siria, recién desplazados de Saraqib a Sarmada, en la provincia de Idlib, debido a los avances de las fuerzas oficialistas. “No queremos más ataques. Nos contentamos con poder vivir bajo un toldo y procurarnos algo de comida”, sentencia el padre.
El drama de su familia es uno más en un océano trágico. Después de semanas de intensos ataques a infraestructuras civiles, las fuerzas leales al Gobierno sirio, apoyadas por la aviación rusa y las milicias chiíes proporcionadas por Irán, han logrado retomar la M5, la principal autovía que une Alepo con Damasco. La segunda mayor ciudad siria ha quedado, además, libre de hostilidades opositoras.
Mientras muchos en Alepo celebran las victorias oficialistas, en el frente opuesto hay un drama humanitario. Junto con Abdullah y su hija, Naciones Unidas alertó ayer de que 900.000 personas se ha visto forzadas a desplazarse desde el pasado diciembre. No tienen adónde ir, más allá de quedarse en una tienda de campaña, o dormir bajo al raso junto a la frontera turca, cerrada a cal y canto para evitar otra crisis migratoria.
“La crisis en el noroeste de Siria ha alcanzado un nuevo nivel horripilante”, reconoció en el mismo día Mark Lowcock, jefe de Asuntos Humanitarios y Ayuda de Emergencia de la ONU. El delegado dijo que entre los desplazados hay mayormente mujeres y niños que están “traumatizados y forzados a dormir en medio de temperaturas glaciales, pues los campamentos están llenos”.
Fuente: ElMundo.